lunes, 11 de abril de 2011

Alfonso, el cantautor

Mi amigo Alfonso es cantautor. Es ese tipo de personas que es capaz de radiografiar el alma de una ciudad tan sólo con una guitarra. Que vive la música y se aferra a ella como un náufrago, como un robinson que se pasea de bar en bar para que todos los que tengan un momento en esta ajetreada vorágine puedan respirar sus canciones.
Alfonso no hace música, no solfea. Alfonso filosolfea a través de sus textos, de sus acordes, de esa voz que no se rompe a pesar del tabaco. Cada martes, Alfonso se baja en la estación de las esperanzas y sueña que se acaba la crisis, que la gente sale a los bares y que el mundo todavía tiene arreglo.
Mi amigo el cantautor no canta solo. Se rodea de otros como él que creen que todavía hay esperanza para la música. Que, guitarra en bandolera, se pasean por las calles con discos en la maleta esperando que alguien quiera escucharlos. Que no todo es OT y grandes contratos discográficos. Que todavía se puede hacer música con el corazón, que llegue a la gente, que denuncie, que grite al viento. Esos jóvenes que luchan por buscar un futuro fuera de la norma, y que a pesar de las dificultades, lo van consiguiendo día a día.
Mi amigo el cantautor no descansa. Suspira música, respira melodías y bosteza letras que regala con una sonrisa, siempre atento al público, regalándole bises cada vez que alguien lo pide - es un hombre fácil -, como quien regala rosas en un jardín de primavera.
Mi amigo el cantautor es capaz de sacarte una sonrisa cada noche, de soñar entre tartas de café, de cantarle a la ley antitabaco o a la generación ni-ni con una guasa socarrona que sólo se entiende en el Sur. En los conciertos, Alfonso nunca está solo. Porque el público que lo conoce sabe dónde tiene que encontrarlo. Porque todos los amantes de la buena música ya conocen ese rincón de magia en el que para el tren de la canción de autor.
Mi amigo Alfonso es un mago de la guitarra. Una persona que canta y sueña a partes iguales.